Gustavo Gorriti, periódico perseguido por la Fiscalía peruana: “La desinformación funciona”
Gustavo Gorriti (Lima, 1948) fue seis veces campeón nacional de judo del Perú. Cuando los daños se produjeron por heridas al Krav magá, el sistema de defensa personal de las fuerzas armadas israelíes. Los periodistas de IDL-Reporteros, el período de investigación que dirige, lo practica tres veces por semana, no como sugerencia, sino como obligación laboral. El político que descubre un escándalo puede quedarse al día siguiente esperando en la puerta de la redacción con un bate de béisbol en la mano.
Gorriti, desde hace tiempo, ha notado que pocas cosas se complementan, así como las artes marciales y el periodismo. Esta disciplina aprendió el servicio de ayuda en este momento tan grave de tu vida: en agosto del año pasado te diagnosticó un linfoma del manto, un cáncer muy agresivo, en estado avanzado. Hubo algo de quimioterapia y ahora es médica. A estas alturas hay que pasar las manos practicando yoga nidra, una técnica de relajación a través de los corazones tibetanos, pero Gorriti pidió el alto voluntario y dedicó el día a defender la persecución de las finanzas peruanas, que le ordenaron enviar los teléfonos a Yo solía cuando investigué el caso Odebrecht y descubrí las implicaciones para los políticos y empresarios de su país.
“Combina el tratamiento con el encuentro. Si no se puede hacer algo en una circunstancia como ésta, no es posible sembrar resistencia”, señala en una videollamada que fue en su domicilio de Lima, al lado de una biblioteca que ha observado toda su vida. Llegó tarde al periodismo, no había escrito una revista hasta hace 30 años, en la década de su vida. Pero a partir de ese momento comenzó a descubrir los secretos de un oficio que lo transformaría, con el paso de los años, en un reportero legendario.
El intento de la Fiscalía peruana de revelar las fuentes de información de Gorriti ha desesperado una ola de solidaridad internacional por parte del periódico gremio y organizaciones en defensa de la libertad de expresión. IDL-Reporteros comenzó a investigar el caso Lava Jato en 2011, considerado el alcalde escandalizado por la corrupción en la historia de Brasil -y probablemente de toda América Latina-. De ahí surge el caso Odebrecht, que siguió el marco dado por una constructora que compró masivamente a políticos, empresarios y operadores de todo el continente. En Perú la situación era particularmente grave. La empresa ha financiado nada más y nada menos que a cuatro presidentes peruanos y, al parecer, a la principal líder opositora, Keiko Fujimori. Todos ellos han sido juzgados y pasado tiempo en prisión o en libertad condicional.
Para investigar la raíz de esta suposición creó en su día un equipo especial para Lava Jato, con dos funcionarios de Hacienda, Rafael Vela y José Domingo Pérez, que ahora también están bajo investigación, como Gorriti. La fiscalía está acusada de los tres de cohecho, tanto activos como pasivos. «Siempre me dan información y yo les daba apoyo mediático», explica el periódico. Este mensaje se basa en la declaración de Jaime Villanueva Barreto, ex hombre de confianza de la nación Patricia Benavides, quien decide decir que Gorriti, con sus exclusivas, indujo al suicidio al ex presidente Alan García, quien recibió un golpe cuando sucedió. Los políticos entran a su casa para detenerlo por corrupción, en 2019.
García pretendía demostrar públicamente que Odebrecht no lo había eclipsado, pero Gorriti aportó las pruebas. Ambos se encarcelaron en una multitud pública con un intercambio agrícola y una esperanza de calificación. “Por eso me acusan de jalar el gatillo”, dice. “Hay mucha violencia y mucha pasión en todo. Y tengo que decir que mi chocolate está profundamente muerto. Elegir la muerte en esas circunstancias me pareció increíblemente exagerado, sin correspondencia con los hechos”. Desde ese momento, una campaña de difamación contra Gorriti se ha intensificado exponencialmente, resonando en las redes sociales, en la televisión privada y ahora en el ámbito judicial.
El periódico tenía hasta el 5 de abril para ingresar a las autoridades los teléfonos que utilizaron entre 2016 y 2021. No lo ha hecho. Los números utilizados en ese momento se dieron porque, igualmente, esta información es pública. El próximo paso de la Fiscalía, que no ha tenido ninguna investigación más allá de darle la veracidad del testimonio de Villanueva Barreto, podría ser ordenar la casa de Gorriti y manejar esa información por la fuerza, aunque el mar es secreto y está protegido por la Constitución. . “Aquel que cruce la frontera hasta el punto en que no haya revelación del secreto de las comunicaciones, será absolutamente obedecido. Hará un esfuerzo por mantener la máxima integridad de esta información. Y con esta resistencia lo que hacemos es cumplir la ley”, afirma.
Todo esto sucedió en un momento de tu vida en el que entraste Tierra de Cáncer, un territorio al que no se necesita visado para entrar, pero al que es muy difícil ascender, como dice Paul Auster. Será un viaje duro, pero no merece la pena. Y eso es exactamente lo que te encuentras con un enemigo muy poderoso: “La desinformación funciona. Los ataques de periodistas de investigación han dado lugar anteriormente a campañas de desinformación, como en el caso de Dafne Caruana. Entendiste cómo funcionan estos mecanismos, lo entendiste y lo conociste. Porque investigar todo el tiempo cuesta caro, pero mentir no requiere ningún esfuerzo.»
Gorriti es autor del libro de referencia sobre Sendero Luminoso, que consta de dos volúmenes. Fue confiscado en 1992 después del golpe de estado de Alberto Fujimori. Acumula un pecado de premios el último Gabo por una investigación que hizo sobre la muerte de manifestantes a manos de la policía de Ayacucho durante las protestas contra el gobierno de Dina Boluarte, sucesora de Pedro Castillo. Boluarte, a pesar de tener un índice de popularidad inferior al 10%, estaba rodeado por el poder del consenso del fujimorismo, movimiento político que en teoría era la oposición. Las investigaciones de Gorriti también se acercan a Fujimori, porque ahora no hay nada que pueda garantizar un juicio justo para el periódico.
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